A menudo se habla de ataques de tiburones.
¿Cuáles son realmente los peligros para los buceadores?
¿Has visto cuántos intentos de ataques de tiburones hay en internet? Vídeos, titulares de periódicos, fotografías (a menudo incluso fotomontajes). Con todo este bombo sobre posibles peligros, uno podría pensar que nosotros, los buceadores, somos unos temerarios intrépidos.
Por amor a la verdad, es necesario precisar el contexto de inmediato. Como suele ocurrir, los periódicos, las redes sociales y los usuarios convierten simples noticias o imágenes en exclusivas, exagerando irracionalmente eventos que tienen explicaciones lógicas.
A diferencia de Australia y Estados Unidos, donde los ataques mortales de tiburones son más frecuentes, en otros países ocurren aproximadamente una vez por década. Además, las víctimas de estos ataques casi nunca son buceadores, sino principalmente nadadores, surfistas o practicantes de snorkel. Asimismo, un estudio científico realizado por la estadounidense Alissa Scharfer en el Caribe demuestra que el mayor peligro se encuentra en las zonas donde se practica el shark‑feeding, en momentos en que esa actividad no se lleva a cabo (quizás el tiburón piense: "Me invitan a comer y no me dejan nada; entonces probaré a uno de estos seres poco apetitosos que nadan en la superficie"). Recordemos que, en la mayor parte del mundo, el shark‑feeding es hoy, y con razón, ilegal, ya que altera el comportamiento de estos depredadores y aumenta el riesgo de ataques.
Se recuerda que el último ataque a un buceador con equipo de buceo en el Mar Rojo data de 2004, pero en ese caso la víctima era un buceador que limpiaba las incrustaciones del muelle de Sharm el Sheikh, en condiciones de visibilidad localmente limitada y con olores de "comida" dispersos en el agua.
En estas aguas, por ejemplo, se consideran peligrosas especies como el longimano (Carcharhinus longimanus) y el mako de aletas cortas (Isurus oxyrinchus). Aunque “peligrosas”, estas especies rara vez atacan a los humanos y generalmente no se acercan a la costa. De hecho, el longimano en Egipto es uno de los encuentros más buscados por los buceadores en las paredes verticales de los arrecifes, como Elphinstone, Daedalus o los Brothers. Los longimano nadan frecuentemente entre las embarcaciones, ya que los cocineros suelen arrojar restos de comida al agua, ofreciendo a los buceadores la “alegría” de un encuentro cercano, aunque esto también es fruto de un comportamiento alterado.
Por último, cabe añadir que, debido a la pesca intensiva de sus presas habituales, como el atún, los tiburones oceánicos hoy encuentran poca comida “tradicional”.
En definitiva, los ataques de tiburones a buceadores son muy raros, pero no debería sorprender si se intensifican; cualquier aumento se debe en gran medida a cambios en el comportamiento inducidos por el ser humano… ¡incluso cuando se usan traje de neopreno y aletas!