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¿Las orcas en cautiverio experimentan una tristeza "humana"?
Al pensar en orcas, lo primero que se nos viene a la mente es su majestuosa belleza y su increíble inteligencia. Estas características han contribuido a que estos mamíferos sean conocidos y amados por millones de personas, pero desafortunadamente también han llevado a que algunos (probablemente confundiendo "inteligente" con "adiestrable") intenten lucrar con su encanto.
Desde los años 60 hasta hoy, las consecuencias de este negocio "cuestionable" han recaído no solo sobre las orcas, privadas injustamente de su libertad, sino también sobre los entrenadores, víctimas de innumerables ataques, incluso fatales. Ante estos incidentes, muchos se preguntan: "Si en los parques acuáticos los ataques a los humanos son tan frecuentes, ¿por qué en la naturaleza nunca se han registrado?"
Aunque la vida en cautiverio de las orcas (como la de todos los demás animales) siempre ha sido objeto de duras críticas, las investigaciones recientes sobre su inteligencia han intensificado el debate. Parece que sus capacidades cognitivas y emocionales están tan desarrolladas que sienten una inquietud y un sufrimiento al verse obligadas a vivir en las estrechas piscinas de los parques acuáticos. Esa inquietud podría ser la causa de su inusual hostilidad hacia el hombre.
La comunidad científica ha coincidido durante años en que, desde el punto de vista intelectual, las orcas son las criaturas del reino animal más cercanas al ser humano. Esta tesis se ha reforzado con estudios recientes que han descubierto que una parte de su cerebro es sensible a las emociones y a la autoconciencia.
La presencia de esta área cerebral —incluso ausente en los seres humanos— es una prueba inequívoca de que estos "gigantes marinos" son capaces de sentir no solo dolor físico, sino también dolor emocional… ¡igual que nosotros!
Otra consideración importante se refiere a los machos orcas, cuya aleta dorsal, según los investigadores, puede colapsar tras colisiones con otros ejemplares o debido al estrés. Los datos recogidos a lo largo de los años para analizar este fenómeno anatómico dejan poco margen para interpretaciones: mientras en la naturaleza este problema afecta solo al 1% de los machos, en cautiverio es común en todos, probablemente debido a la tristeza que experimentan en esas condiciones.
Otras evidencias que respaldan la similitud "humana" de las orcas han surgido de estudios de comportamiento en manadas. Estos estudios han demostrado que las orcas tienen una tendencia natural a desarrollar estructuras sociales tan complejas que solo pueden compararse con las humanas. Ejemplos claros son los profundos lazos familiares que las unen y el hecho de que cada manada posee su propio código de comunicación, un verdadero "dialecto" utilizado exclusivamente entre sus miembros.
Todos estos descubrimientos refuerzan la condena a la práctica de mantener orcas en cautiverio. Y si antes quienes se beneficiaban económicamente de esta actividad justificaban que tal costumbre no tenía consecuencias negativas en la salud mental de las orcas y que los ataques en cautiverio a los entrenadores eran meros "accidentes imprevisibles", ahora, a la luz de estos nuevos hallazgos, tal justificación ya no resulta creíble, pues es innegable que el "encierro" produce un sufrimiento mental significativo en las orcas.
Después de todo, ¿cómo te sentirías si alguien te encerrara a la fuerza en una prisión sin que hubieras hecho nada?
¿Las orcas en cautiverio experimentan una tristeza "humana"?
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